Bates Motel es una serie de ficción de la cadena de televisión A&E estrenada hace un año y que hace apenas 3 semanas ha inauguado su segunda temporada.
Ha sido creada a modo de precuela de un clásico de Alfred Hitchcock, aunque parece renegar de los hechos acontecidos en Psicosis, y eso que jugaba con ventaja, ya que al ser una adaptación del por qué Norman Bates es un psicópata ya disponía de un plus para que los espectadores corrieran a verla. Algo es nuevo, y es que la historia está adaptada a nuestro tiempo, pese a que su vestuario sigue siendo ambiguo, los personajes emplean coches y móviles de última generación; algo que puede resultar curioso para algunos o para otros una mala estrategia para intentar llegar a todos los públicos. Lo que sí es cierto es que la credibilidad en el trabajo de ambientación y el acabado visual es impecable.
Lo importante de la serie es conocer como Norman (Freddie Highmore) desarrolla esa psicosis. La historia comienza después de la muerte del señor Bates, cuando Norman y su madre compran el motel que llevará su nombre. Ahora nuestro protagonista se nos presenta como un adolescente que comienza a andar el camino de las hormonas y como llega con su madre a vivir en un caserío. Desde el primer episodio vemos cómo es la peculiar relación de Norma y su hijo. Vera Farmiga hace un papel realmente deslumbrante como madre obsesiva y manipuladora. A pesar de llegar a desquiciar a uno con su actitud rallando en lo infantil, es una mujer llena de energía y fuerza. Pero ella estará presente en toda decisión que Norman realice, o simplemente la tomará por él, influyendo en su vida de manera
insana.
Todo esto suena muy interesante. Entonces, dicho lo dicho, ¿qué es lo que no termina de gustar en la historia de Bates Motel?

Francamente me esperaba mucho más de Bates Motel, no creía que estuviese a la altura del suspende de la gran obra maestra que es Psicosis, pero sí que me dejaría inquieta, y no con total indiferencia. Lo mejor, la relación dependiente mencionada entre Norma y Norman, el resto que nos cuentan goza de total desinterés.
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