Sin
duda la mejor película del ilustrísimo John Ford, y no porque no simpatice
mucho con el género del western sino porque es una película que este director
estuvo masticando durante años y eso se nota.
La
historia se desarrolla en Irlanda en 1933, en la pintoresca ciudad de
Innisdree, a donde regresa el boxeador Sean Thornton tras vivir durante mucho
tiempo en Estados Unidos. Su deseo era volver a vivir en la casa de su familia,
la cual se encuentra derruida y abandonada. En el tiempo que le lleva establecerse
en este verde lugar conoce a Mary Kate Danaher, con la que comenzará una
apasionada y tormentosa, aunque cómica, relación de amor. Los encargados de
interpretar a estos orgullosos enamorados son John Wayne y Maureen O'Hara, lo
cuales desbordan una fuerte química en pantalla, y también era amigos íntimos
del director, de ahí que el trabajo fuese tan fluido y el resultado magnífico.
Recordando quienes protagonizan este film hace que me pregunte algo curioso, y
es que curioso como un actor como Wayne que es un icono en el mundo del cine
nunca haya sido nombrado en ninguna lista de los más grandes cuando su nombre
es una referencia a una etapa de la historia cinematográfica. Personalmente me
resulta una persona bastante fácil de repudiar, pero como actor siempre ha
logrado los objetivos que se pretendían para sus personajes, sobre todo en el
de Ethan Edwards, un personaje más que fascinante.
Este
mezcla de comedia y drama (puesto que tiene un poquito de ambas) trata temas
universales, cómo el orgullo y la tozudez afectan a cualquier relación amorosa,
pero sin llegar a ser pesada o empalagosa en ningún momento, un argumento
bastante sencillo pero muy efectivo. Simula más ser un cuento que un
largometraje convencional, sobre todo por el inicio de la misma, en la que un
narrador nos va introduciendo la historia, así como el uso de un montaje de
imágenes idílicas de un sitio perfecto, una Irlanda totalmente idealizada.
Hay
que aclarar que la película fue rodada en la misma Irlanda, en el condado de
Galway, de donde su padre era originario, pero no pudieron rodar en el pueblo
de su padre porque no había suficiente espacio para hacer la producción.
También cuidó mucho la música, puesto que para darle todavía más credibilidad a
la historia, la banda sonora tiene aires celtas y románticos. Se dice que esta
película representa el sentimiento del director por este país, puesto que
aunque el naciese en América, siempre se consideró irlandés, y se definía como
tal. Refleja su eterno deseo de dejar el mundo en el que se encontraba
establecido para retirarse a estas tierras verdes, la idea de regreso a la tierra
de sus antepasados, a un mundo ideal, haciendo una película muy personal, de ahí que no sea casualidad que el nombre de
Maureen O'Hara se llama como los dos amores del propio John Ford.
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