4. EL PROBLEMA DEL POSMODERNISMO


Entendido todo lo anterior, nos es más fácil la visualización de que la ética y la moral están sufriendo cambios drásticos, ya que los valores y las estructuras sociales se están viendo afectados por una revolución tecnológica que comenzó en el siglo pasado y que perdura hasta el día de hoy. Este surgir de nuevas tecnologías abarca, no solo el área informática con la creación de nuevos sistemas de redes sociales y de comunicación, ya que la gente no quiere escuchar, quiere ser escuchada de ahí el éxito de Facebook y de Twitter; sino también al área genética (con cuestiones como la eutanasia o la clonación) e incluso al área psicológica (con la programación neurolingüística). 


Todo esto conlleva un crecimiento cultural indirecto que requiere una reflexión ética ante nuevos problemas y cuestiones como es el caso de la globalización, los nacionalismos o los fanatismos religiosos, que antes no eran planteados porque no existían. Sobre todo la globalización, que ha sido la transformación social más rápida y profunda de la historia del ser humano, y que goza de un gran vacío moral, ya que puede servir para explotar los países del tercer mundo como para extender la democracia y la justicia social. Sin embargo antes cuando se cambiaba cualquier forma de pensar, o la política del Estado, se creaba un nuevo código ético, pero también hay que aclarar que los cambios tardaban mucho más tiempo de manera que apenas era perceptible para el ojo humano, y ahora por la contra se producen más apresuradamente.

Nace así el problema de la posmodernidad[1], una crisis que, como dijo Gianni Vattimo, surge del descrecimiento, la desconfianza y el escepticismo. Los valores e instituciones de antaño ya no sirven para enfrentarse a estas nuevas situaciones, incluso rompemos con las éticas modernas como la del trabajo y el ahorro. Se forma la crisis de autoridad ya que tampoco surgen nuevas reglas que medien sobre lo bueno y lo malo. Además, si a todo esto le sumas el abuso de los medios de información que ahora determinan la opinión pública y el consumo, las personas se encuentran ante un vacío y falta de referentes y criterios, y la consecuencia primera es que ahora es aceptado el “todo vale”, que poco a poco se va acomodando en esta nueva forma de vivir. 

Gilles Lipovetsky
Ahora lo que ha surgido es una ética que proclama el derecho individual a la autonomía, a la felicidad y a la realización personal. Ya no hay valores, solo se lucha contra todo aquello que pone límites a la libertad y el derecho individual. En los años setenta surge una nueva moda que son los libros de autoayuda, ya que, por ejemplo, actualmente uno se preocupa más por el estrés o la depresión que por la ayuda al prójimo. Estos libros promueven el individualismo, el amor propio y que todo lo que uno quiere hay que conseguirlo cuanto antes, porque en la edad moderna se renunció a la existencia de Dios y a la preocupación de las consecuencias post mortem, y ahora todo quiere obtenerse antes de fallecer. Su consecuencia es el humanismo materialista que suprime las esencias que antes eran consideradas superiores al ser humano, como el bien o la verdad, para primar por encima de todo lo material, que es independiente de la conciencia, ya que ahora ésta es una consecuencia de la materia. Esto es a lo que el filósofo y sociólogo francés Gilles Lipovetsky denominó la era del vacío, basado en el culto a uno mismo sin ideales ni objetivos. Afirma que esta nueva cultura del consumo trajo como consecuencia un neohedonismo narcisista colectivo, donde ya no existe la verdad o la mentira, puro o impuro, sino una gran gama de placeres diferentes pero a la vez iguales. Y este nuevo hedonismo[2] fomenta el presentismo[3], donde desaparece el pasado como referente y sin tampoco cuestionarse problemas o situaciones futuras. Ahora el hombre se vuelve más pragmático y solo piensa o actúa según la utilidad de las cosas para conseguir lo que se propone.


 “La vida sólo puede ser comprendida mirando para atrás y sólo puede ser vivida mirando para adelante”
 Søren  Aabye Kierkegaard (s.f.)

Pero todo esto fue anticipado a principios del siglo XX por Edmund Husserl, un filósofo austríaco que proclamó la crisis del hombre; junto con una crisis de la cultura, el saber, las ciencias. Afirma que todo es culpa del positivismo. La ciencia positivista avanzaba por aquel entonces y cuestionaba la posibilidad de la metafísica, y es el hombre positivista el que sufre una crisis humanista sobre su existencia. Husserl es inconformista con la manera en que avanza la filosofía y ciencia de su tiempo, lo que él quiere es que la filosofía vuelva a ser una ciencia universal, como en el siglo XVIII cuando era considerada la reina de las ciencias, y devolverle el estatus científico que perdió en las últimas décadas del siglo XIX.


"La exclusividad con que, en la segunda mitad del siglo XIX, la visión del mundo global del hombre moderno admitía ser determinada por las ciencias positivas y con que se dejó deslumbrar por la prosperity que de ahí resultaba, significó un alejarse de esos problemas que son decisivos para  una humanidad auténtica. (...) En la miseria de nuestra vida —se oye decir— esta ciencia no tiene nada que decirnos. Ella excluye por principio los problemas más candentes para el hombre, que en nuestro tiempo atormentado se siente a merced del destino: los problemas del sentido o del no-sentido de la existencia humana en su conjunto."

Husserl, E. La crisis de las ciencias europeas y la fenomenología trascendental., (pp. 35-36) Argentina: Prometeo

¿Pero dónde está hoy la miseria en nuestras vidas? ¿Qué es hoy la humanidad auténtica? ¿Dónde quedan los principios morales? ¿Estamos en la era del vacío, del todo vale o aún podemos ver un fin en todas nuestras acciones? Y sobre todo, ¿quiénes son hoy los que nos hablan de todo esto?



[1] Posmodernidad. f. Movimiento artístico y cultural de finales del siglo XX, caracterizado por su oposición al racionalismo y por su culto predominante de las formas, el individualismo y la falta de compromiso social.

[2] Hedonismo: Doctrina ética que considera al placer como la finalidad o el objetivo de la vida. Los hedonistas, por lo tanto, viven para disfrutar de los placeres, intentando evitar el dolor.

[3] Presentismo: Es una corriente filosófica que afirma que el pasado y el futuro no forman parte de la realidad, ya que lo único que existe es el presente, y el resto son construcciones lógicas desarrolladas por el ser humano.

 

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I am graduated in Audiovisual Communication at the The Pontifical University of Salamanca (UPSA). I came to Barcelona a year ago to study the Master about direction of photography in the School of Cinema and Audiovisual of Catalonia (ESCAC). After I finished it in May 2015, I am working in some audiovisual jobs as a assistant camera, digital imaging technician and lighting technician in Barcelona, where I decided to settle down for a while.