Hace ya más de 10 años se produjo una revolución en las series de ficción televisiva en la que los personajes buenos dejaron de tener interés para el público. Se trata de una época en la que el cine se convirtió al blockbuster y la televisión era desprestigiada, cadenas de pago como la HBO decidieron arriesgar e invertir en un nuevo formato de ficción que apostaba por un nuevo tipo de villano mucho más oscuro y así la televisión ponía a prueba las emociones del espectador presentándole hombres maduros moralmente corruptos, sistemáticamente infieles, violentos y atormentados. Hombres triunfadores que se han dado cuenta de que si quieren alcanzar el sueño americano rápido y sin esfuerzo, deberán inmiscuirse en el mundo criminal.
El modelo de esta nueva generación de villanos sería Tony. Los Soprano abrió las puertas a esta nueva generación pero no sería el único, y
este nuevo tipo de personaje evolucionaría obteniendo una psicología mucho más
aterradora. Como fue el caso de Dexter en Showtime, que hasta el declive de sus
últimas temporadas era una asesino en serie capaz de despertar en la audiencia
una simpatía tras la explicación de su código de conducta (pese a matar incluso
a persona que no había hecho ningún mal a la sociedad). También encontramos a
Don Draper en Mad Men, que con su atractivo físico y su buena cualidad para
venderse a sí mismo consigue que no le juzguemos cuando se vuelve un ser
egoísta, manipulador y mujeriego. Sin pasar por alto al malvado de Heisenberg
en Breaking Bad. Empezando la serie como el pobre Walter White, un buen padre
de familia ejemplar que sufre cáncer y debe dedicar su vida a la fabricación de
metanfetamina para que tras su muerte su familia pueda disponer de recursos económicos,
evoluciona hasta convertirse en un criminal que enterró a ese profesor de
química para poder montar una red de distribución de droga en el que él fuese
el rey.
La lista es muy larga, y podríamos estar así todo el día. Pero a
quien yo quiero destacar en este artículo es uno de nuestros últimos villanos aterrizado
en la pequeña pantalla: Hannibal Lecter.
Probablemente éste sea el más malvado de todos porque disfruta siéndolo, pero
que gracias a su porte y sus modales educados hace casi imposible que el
espectador no acabe fascinado por su comportamiento.
Cuando se estrenó en abril de 2013, temíamos lo que podría salir de esta
nueva adaptación del personaje literario escrito por Thomas Harris. Todos
creíamos que nadie podría superar la encarnación cinematográfica, pero esta
serie nos presenta un Hannibal muy a la altura del que nos dejo Anthony Hopkins
en su saga.
Pero el punto a destacar es que la serie no se centra en Lecter, ya que su
historia la conocemos a la perfección, sino en el agente del FBI Will Graham (interpretado
por Hugh Dancy), proporcionándole a este personaje el don de poder meterse
en la mente de los asesinos y pensar como ellos, cosa que le desequilibra.
Aparte de sufrir el síndrome de asperger. Se trata de características mentales
que no encontramos en los libros. Ya que recordemos que la serie adapta este personaje del libro El dragón rojo, que
también fue llevado al cine y el actor Edward Norton era quien se encargada de encarnar Will
Graham. Dato a mencionar puesto que la adaptación cinematográfica de este
personaje era fiel a su forma literaria.
Otro punto positivo a destacar son los dos de los puntos fuertes de la serie residen en la originalidad de los asesinatos que se suceden a lo largo de los episodios y el tratamiento minucioso que se da a la comida.
A medida que avanza la historia, el doctor Lecter (Mad Mikkelsen)
acaba por explotar como protagonista absoluto, recayendo sobre el
buena parte de la complicada relación que mantiene con Will Graham. Su físico,
sus gestos, su sonrisa, su elegancia...todo me cuadra con lo que debe ser el
doctor Lecter.
OJO SPOILERS
Pero en esta segunda entrega (estrenada el lunes de la semana pasada) Hannibal
regresa más macabra y letal que nunca: Will Graham está encerrado en un manicomio acusado de cometer los crímenes
de Hannibal Lecter.
Ahora que Will ve a Hanníbal como lo que realmente es, se
enfrentará a una lucha para demostrar su propia cordura y sanidad mental, y así
convencer a las personas más cercanas a su núcleo que él es inocente. Por su
parte, Jack Crawford (Laurence Fishburne) se debatirá
internamente sus sentimientos hacia Will, sin saber si en
verdad su protegido es un asesino en serie. Justamente y buscando respuestas,
Jack se dirigirá a un hombre que ha ganado su confianza: Hannibal Lecter.
Con Will ahora encerrado, Hannibal se convertirá en el nuevo asesor
de Jack, en lo que a casos criminales respecta; y se debatirá
entre su propio instinto de conservación y su deseo de mantener a Will
cerca de él, a pesar de los consejos de Bedelia du Maurier (GillianAnderson), su psiquiatra, de que se mantenga alejado. La danza mortal entre
estos dos personajes seguirá girando en forma sorprendente e inesperada, en una
temporada que nos mostrará nada puede ser lo mismo.
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