Ahora que ya
sabemos que un guionista se basa en el reflejo del comportamiento humano a la
hora de construir un personaje de ficción, ser humano actualmente en crisis,
debemos extrapolarlo a la pequeña pantalla, puesto que no solo el cine
construye dramas dignos de análisis.
El 11 de
septiembre de 2001 las barreras entre realidad y ficción desaparecieron durante
los minutos que siguieron al acontecimiento que hizo entrar al mundo en el
siglo XXI. Una historia reescrita desde la violencia que señalaba la pérdida de
la hegemonía internacional de un país que hasta ese momento se creía
invencible, y cuyo único precedente era el ataque japonés sobre Pearl Harbor en
diciembre de 1941, el cual ya quedaba perdido en el tiempo.
La Agencia |
El mundo creado
por la Guerra Fría había acabado, era ahora el turno de la guerra contra el
terrorismo. El sector audiovisual debía documentarlo y el 11 de septiembre influyó demasiado a la hora de crear nuevas series de
ficción. Curiosamente ese año se iban a estrenar 24 y La
agencia, historia sobre los entresijos de la agencia de inteligencia más
importante del mundo (CIA) cuya primera temporada mostraba una guerra ficticia
contra una organización terrorista similar a Al Qaeda para evitar que cometiera
un gran atentado en Occidente. Gracias a su red de agentes internacionales,
este organismo evita posibles ataques terroristas, protege la estabilidad de
otros países y resuelve asuntos de vida o muerte. Pero debía dar un giro a su
desarrollo para evitar acercarse demasiado a lo que tan sólo unas semanas antes
era fantasía. En poco tiempo se hacía patente que el público no aceptaba ver
cómo los protagonistas de la serie salvaban cada semana el mundo cuando en la
vida real habían fracasado. Y dos años después la serie cerró sus puertas.
Por otro lado 24, se estrenó en noviembre de ese mismo
año, aunque su desarrollo, por supuesto, no se había visto afectado
inicialmente por el 11-S, y tener a un protagonista que trabajaba en una unidad
antiterrorista secreta del gobierno estadounidense estaba en consonancia con el ambiente que se respiraba en el país en
aquellos momentos. 24 trata de
la vida del agente federal Jack Bauer (interpretado por el actor Kiefer
Sutherland), de la CTU (Counter Terrorist Unit) o UAT (unidad antiterrorista)
de Los Ángeles. La serie también enfoca las actividades de otros agentes de la
UAT, las acciones de los terroristas y la reacciones en la Casa Blanca. Los ejecutivos de la Fox temieron que
nunca viera la luz; el piloto de 24,
grabado meses antes del 11-S, sigue en tiempo real una operación que intenta
evitar un atentado contra un candidato presidencial. Aun así, su acción y su despliegue tecnológico (sobre
todo en lo referente al control social) conectó con la audiencia
'nacida' de los atentados y contagió a otras como Flashforward o Person
of Interest.
Como
telespectadores ya habíamos visto en todos los canales del mundo como las torres caían, no
necesitábamos volver a verlo de nuevo. Por lo que las series que trataron los
atentados del 11-S lo hicieron desde otros puntos de vista, como el caso de Turno de Guardia, una serie que empezó a
emitirse el 23 de septiembre de 1999 y la cual trataba sobre el día a día de
los cuerpos de emergencias de la ciudad de Nueva York, concretamente en el
distrito 55. Todos trabajaban en el turno de 15:00 h a 23:00 h, el llamado Turno de Guardia, pero no se limitaba a
narrarnos simplemente el trabajo de los bomberos, paramédicos y policías, sino
cómo conviven en el mismo espacio y la visión real de cada uno de ellos. Tal era
el grado de realismo que incluso cuando ocurrieron los atentados del 11 de
septiembre, unos días después se rodó un gran documental de dos
capítulos en homenaje a las fuerzas de seguridad, emergencias y rescate que
estuvieron ayudando en todo lo posible en la zona cero. Y justo después de ese
especial se filmó ya un capítulo canónico de la serie en la que los
protagonistas del distrito 55 hacían frente a los eventos del atentado y
ayudaban en todo lo posible en el World Trace Center mientras se profundizaba
en los pensamientos e ideales de cada uno de los protagonistas y sus diferentes
perspectivas. Un episodio especial en el que parte del elenco y policías,
bomberos y paramédicos reales contaba su experiencia, entre ellos los bomberos
en papeles secundarios que aparecen en la serie, ya que en la vida real
pertenecen al FDNY. Se le considera uno de los mejores capítulos de la serie.
El ala oeste de la casa blanca. |
También fue muy
destacable el episodio especial de El ala oeste de la Casa Blanca. La serie de Aaron Sorkin estrenó el
día 3 de octubre, apenas un mes después de los ataques, Isaac & Ishmael. Sin conexión directa con la línea narrativa de
la serie, la trama gira en torno al cierre por seguridad de la Casa Blanca por
una amenaza terrorista y un militante de un grupo radical islámico. Mientras se
atiende a un grupo de estudiantes que quieren conocer las causas que conducen a
las guerras santas y a los atentados terroristas en general.
Pero, lógicamente,
las series más influenciadas por el 11-S son aquellas que empezaron a
desarrollarse sólo meses después. Ronald D. Moore empezó a trabajar en la nueva
versión de Battlestar Galactica en diciembre de aquel año, por lo que no es raro que muchos de los sentimientos de los
estadounidenses entonces se trasladaran a la serie. De hecho, muchos
críticos consideran que es la que mejor ha retratado cómo era el mundo durante
la época de la “guerra contra el terror” de Bush. A pesar de ser un remake
de una serie anterior de los años 70, la nueva Galáctica es hija del siglo XXI.
La historia es la misma: En una galaxia lejana residen "Las doce
colonias" de hombres, una civilización que ha permanecido en paz durante
más de 40 años con unas máquinas, los Cyclons, creadas por generaciones de
hombres años atrás. Los Cyclons atacan por sorpresa a las colonias y sólo sobreviven
una nave de combate llamada Galáctica y varias comerciales que forman un comboy
en busca de La Tierra mientras los enemigos les persiguen. La trama es la
misma, pero no el desarrollo. Esta teleserie se dedicó por completo al tema de
la tortura en el capítulo De carne y
hueso, emitido justo un día antes de que el gobierno de Bush admitiese
públicamente que el número de bajas de las tropas estadounidenses en Irak había
alcanzado por primera vez el millar. Todo el episodio estaba centrado en el
violento, sádico e implacable interrogatorio al que la humana Kara Thrace
"Starbuck" someterá al agente Cylon Leoben Conoy, sospechoso de haber
escondido una bomba nuclear preparada para explotar en las próximas nueve
horas en algunas de las naves de la flota de las Doce Colonias.
“Los cylones son a la par terroristas y soldados, y la respuesta humana es
considerarlos no humanos y sin derechos. No son combatientes con derechos, son
prisioneros de Guantánamo”
Alfonso Merelo (2007). Fantástica
televisión. AEJC.
Según ha ido
pasando el tiempo, el modo en el que se representan los atentados y la
respuesta del gobierno de Bush en las series se ha ido haciendo más compleja,
con más capas, y éstos ya han pasado a formar parte del subconsciente
colectivo. Ficciones posteriores también afrontaron, conscientemente o no y
desde diferentes fórmulas, las heridas culturales del 11-S: Mad Men (2007), construcción y
posterior deconstrucción del hombre de los años 60, que se enfrenta una vez
tras otra a la muerte de la esperanza política en la imagen televisiva de los magnicidios de los Kennedy y Martin
Luther King; Fringe
(2008), donde una nación bajo continuos ataques bioterroristas descubre su
culpa en experimentos militares (con un guiño, además, a las Torres Gemelas); o
Rubicon (2010), la primera
en hablar directamente de los atentados, la cultura del miedo y la paranoia social ante el terrorismo
(Carrie Mathison es digna sucesora de su protagonista, Will Travers). Y se
empezaron a incluir escenarios postapocalípticos en series como FlashForward y Héroes que tenían reminiscencias del 11-S.
El discurso
definitivo ha venido a darlo la arriesgada Homeland, que ha llegado a introducirnos en el 11-S después
del 11-S, el ataque que sufre Langley en la segunda temporada. Es una serie que
no se puede entender si se desliga del contexto de los atentados. La psicosis
terrorista norteamericana posterior a la tragedia queda retratada a través del
servicio de espionaje de EE.UU. y su “guerra total contra el terror”.
Por el contrario, Los Soprano, ya de por sí cínica
con figuras occidentales como la mafia, eliminó las Torres Gemelas de su
cabecera y siguió profundizando en las sombrías mentiras del hombre y el sueño
americano.
Entramos así en
una época en la que el cine se convirtió al blockbuster
y la televisión era desprestigiada, cadenas de pago como la HBO decidieron
arriesgar e invertir en un nuevo formato que apostaba por un nuevo tipo de
villano mucho más oscuro herederos del miedo tras los atentados, y así la
televisión ponía a prueba las emociones del espectador con nuevos protagonistas
moralmente corruptos. Ahora son hombres de mediana edad triunfadores, con
grandes defectos en su personalidad, que se han dado cuenta de que si quieren
alcanzar el sueño americano rápido y sin esfuerzo, deberán inmiscuirse en el
mundo criminal.
Esto es algo a
tener en cuenta, que son hombres. Las series dramáticas sufren un machismo que
no solo se refleja en sus personajes, sino también en sus guiones, ya que
simula que solo el género masculino puede cometer atrocidades. Por un lado
tenemos a Walter White que desarrolla cáncer y se vuelve un narcotraficante
para ganar dinero para su familia en el drama Breaking bad. Mientras que la historia de Nancy Botwin (Weeds), que acaba de perder a su marido por un ataque al corazón y comienza a vender marihuana para que ella y sus hijos puedan sobrevivir, tiene
que ser una comedia. ¿Acaso una mujer no puede ser una narcotraficante de
manera dramática? Pero esto puede extrapolarse también al cine, ya que los
arquetipos de villanas en la historia del séptimo arte se caracterizan por
mujeres solteras que rompen familias o que se prostituyen de alguna
manera.
“Parece ser el reflejo de los medios atávicos del hombre, asustado por las
mujeres que aspiran a la independencia, a la ambición profesional y a la
autonomía (…) Si se piensa bien, las brujas, con sus poderes mágicos, eran
vistas también como una amenaza para el poder del hombre” por Isabel
Santaularia.
Piergiorgio M. S. (30, Marzo 2012). ¿Qué hay que tener para ser un buen
malo?. La Vanguardia
Volviendo a los
dramas televisivos, a diferencia del cine, las series disponen de una media de
12 episodios de 40-50 minutos cada uno por temporada para que el espectador
empatice con sus personajes, y esto es beneficioso para ellos por lo que se
explica en el primer capítulo de que ahora revelan todo el trasfondo que sufre
el personaje para comprender desarrolla esa personalidad maléfica.
Es en esta época
cuando, un personaje que antes sería antagonista por las cualidades de su
carácter, ahora es el protagonista de su propia serie. Y todo surge con Tony. Fue David Chace quien rompió
moldes con esta nueva serie que serviría de anticipo para realizar The Wire y A dos metros bajo tierra. Los Soprano abrió las puertas a
esta nueva generación, pero no sería el único. Este nuevo tipo de personaje
evolucionaría obteniendo una psicología mucho más aterradora. Como fue el caso
de Dexter en Showtime,
que hasta el declive de sus últimas temporadas era una asesino en serie capaz
de despertar en la audiencia una simpatía tras la explicación de su código de
conducta (pese a matar incluso a persona que no había hecho ningún mal a la
sociedad). O el caso de Nucky Thompson (Boardwalk
Empire), un político corrupto y gánster de Atlantic City que usa el
chantaje y el poder político para conseguir todo lo que quiere y así controlar
la ciudad.
Pero el caso a
destacar es Homeland, un remake de la
serie israelí Hatufim, adaptada al
contexto político y social estadounidense por Howard Gordon y Alex Gansa
(guionista también de 24), que convirtió al capitán América en un traidor. El
mejor ejemplo de héroe en los Estados Unidos son los soldados de guerra que
cada día ponen en juego su vida para que su país conserve su libertad, o por lo
menos así lo divulgan. Los creadores nos presentan a un miembro del cuerpo de
marines de USA que fue prisionero de guerra durante ocho años por Al-Qaeda,
quienes le “lavaron el cerebro” para que se posicionase enemigo de su propio
país y cometer un acto terrorista, renunciando a todos sus principios. Al ser
detenido por la CIA tras ser descubierto, consiguen que vuelva a ser un
patriota. Hasta los héroes más queridos y admirados por la primera potencia
mundial se corrompen.
Para Gilligan
(creador de Breaking bad) existe una abundancia de antihéroes
en respuesta a los héroes y villanos tradicionales que inundaron la televisión
en décadas pasadas, porque la lista en estos años se ha extendido demasiado (Deadwood, House, Sons of anarchy, Game of thrones, House of cards, Bates Motel, Hannibal, seguido de un largo
etcétera). Cabe entonces centrarse en los cuatro casos más importantes de la
historia de la televisión (dentro de este nuevo formato de villanos), todas
ellas consideradas ya series de culto.
En el trono de
esta nueva ola de series se encuentra Los
Soprano, que tuvo una duración de seis temporadas (1999-2007). Se centra en
la mafia italoamericana asentada en Nueva Jersey, concretamente el caso de Tony
Soprano, que empieza siendo un capo de la mafia para acabar siendo ascendido a
jefe de la calle; y su tío es el jefe oficial, cargo al que aspira nuestro
protagonista.
En el piloto se
nos presenta a Tony, un padre de familia mafioso que sufre un infarto cuando
los patos que anidaron en su piscina durante el verano emigran alzando el
vuelo, razón por la cual busca tratamiento en la Dra. Jennifer Melfi. Tony es
un sociópata [1] agresivo que solo respeta las
normas en la consulta de su psiquiatra. La doctora acabará analizando que los
patos es una simbología del amor que tiene nuestro protagonista por su familia,
y es que toda la serie relata las dificultades que se encuentra al querer
equilibrar la familia mafiosa con la familia biológica.
La cuestión es que
su difunto padre (Johnny Boy) y su tío (Corrado “Junior” Soprano) ya eran capos
cuando él nació, y ahora tiene que entrenar a su sobrino (Christopher
Moltisanti) para entrar en el negocio familiar. En Los Soprano se define que la moral es algo que no escoges y que te
viene por defecto según dónde y cómo te hayas criado. Si tu familia se rige por
una ética cuestionable basada en la violencia, de algún modo te vuelves malo
por naturaleza pese a que te muevas en un mundo no muy distinto al de los
demás. Queda patentado en el noveno capítulo de la segunda temporada que Tony
no cree que él y sus compañeros mafiosos sean malas personas pese a que cometan
actos impuros. Nuestro protagonista se encuentra en el hospital tras un tiroteo
en el que Chris Moltisanti ha sido herido. Éste sufre una parada cardíaca y es
sometido a una operación. Tony le comenta a la Dra. Melfie que su sobrino no
irá al infierno porque allí se encuentran personas con una moral mucho peor que
la suya.
“La gente peor, los psicópatas retorcidos y dementes que matan por placer,
los caníbales, los cabrones degenera- dos que abusan y torturan a
jovencitos y que matan a bebés, los Hitler, los Pol Pot… esos son los capullos
que merecen morir” por Tony Soprano.
Gandolfini, J. (actor). (2002). Los
Soprano (serie, 2x09). Estados Unidos: HBO
Seguidamente, y
con un tratamiento mucho más complicado, destaca The Wire. Estrenada en 2002, este drama policial es ambientado en
la ciudad de Baltimore, y cada temporada muestra un nivel superior de
delincuencia y corrupción de la ciudad, siguiendo una escala desde el que tiene
menos a más poder dentro de la sociedad legal. La historia la desarrollan los
policías de Baltimore, pero siempre muestra los dos puntos de vista, el suyo y
el de quienes persiguen en cada temporada. Por ejemplo, la primera gira en
torno al comercio de las drogas, y se nos presenta a la banda organizada del
oeste de la ciudad y al Departamento de policía y enfoca la vida de los
personajes principales que desarrollan la trama, ya sea un policía, un adicto,
o incluso un camello.
La segunda, sin
dejar atrás el problema de las drogas, se centra en el sistema portuario, que
históricamente llegó a ser el segundo puerto más grande en la recepción de
inmigrantes. Aquí existe un fuerte contrabando de mercancías, y se refleja los
problemas de la clase obrera, concretamente el sindicato de estibadores, que
acaban atrapados en el tráfico de drogas y otros contrabandos.
La tercera
temporada habla del gobierno de la ciudad, las elecciones a alcalde de
Baltimore, y la lucha de los políticos por conseguir el poder en las campañas
electorales. Estos políticos, junto con los altos cargos de la policía, se
apoyan en la corrupción y el comercio ilegal de drogas para mantener su
estatus. Pero como en cada temporada, aquí también existe un buen político que
no se vale de artimañas para competir por el puesto de alcalde pero acaba
sucumbiendo a las malas acciones. Estas cuestiones se irán desarrollando en la
siguiente temporada, así como el comercio de drogas, que nunca deja de estar presente
en la serie.
La cuarta se
centra en el sistema escolar y la educación en los barrios más desfavorecidos.
Aquí la trama se centra en cuatro adolescentes que entran en octavo curso y que
proceden de familias problemáticas que están inmiscuidas en el tráfico
desustancias ilegales, a donde ellos disponen de una alta probabilidad de
pertenecer en un futuro cercano. Pese a que hay profesores que sí se preocupan
por la enseñanza de sus alumnos para que puedan marcharse de Baltimore, en
general lo que le preocupa al colegio son los buenos resultados en los exámenes
para conseguir estadísticas positivas.
Y la última cuenta
la manipulación de los medios de comunicación desde las oficinas de The Baltimore Sun, y donde se cierran
todas las historias contadas anteriormente. Aquí se refleja que noticias se
cuentan y cuales se archivan y la calidad de ésta, así como la manera de
conseguir mayores beneficios a menor coste (con menos periodistas). ***
The Wire destripa todos los problemas existentes en la sociedad
moderna a partir de ese vacío ético que nos rodea hoy en día, además consta de
personajes tan realistas que se basan en historias actuales que el espectador
se cree todo lo que sus ojos ven. David Simon, creador de la serie, muestra
toda la fauna de una sociedad, y como tanto la gente “de bien” como los que
residen en los barrios marginales tienen los mismos vicios y participan en
hazañas inmorales. En este drama televisivo se empieza a defender
principalmente una visión relativista del ser humano dónde sacan a relucir los
defectos de cada personaje para después explicar por qué se han desarrollado de
esa manera y poder comprender sus motivaciones. Promulga la existencia de
un relativismo individual al mostrar que todos somos buenos y malos a la vez;
ya que existen, por ejemplo, policías que luchan en las calles contra el
tráfico de drogas pero que luego participan en la corrupción, o adolescentes
que no quieren sucumbir a entrar en dichos negocios delictivos pero por
desavenencias de la vida no tienen más remedio. Aunque se mantiene firme en la
existencia de un dualismo al mostrar, en un porcentaje amplio, que existen
individuos malos que daría igual en qué condiciones morales fuesen criados pues
su carácter no cambiaría, y personas buenas que son comidas por el sistema
corrupto.
The Wire es considerado uno de los mejores formatos televisivos
en la historia de la pequeña pantalla. Catastróficamente, en una entrevista que
concedió Rafael Alvarez, un nativo de la ciudad que colaboró con los guionistas
a partir de la segunda temporada, al periódico El País en marzo del 2013 expresó que:
“Cada problema que diseccionaba —la guerra contra las
drogas, la muerte del trabajo, la mentira de la reforma política, los colegios
públicos de mierda para los pobres, la implosión del verdadero periodismo para
mantener un ojo sobre todo lo superior— ha empeorado.”
Ruiz de Elvira, Á. P. (8, Marzo 2013). Todo lo diseccionado
en ‘The Wire’ ha ido a peor en cinco años después. El País.
Analizando a más
personajes catastróficos destaca la serie Mad
Men, la única de las estudiadas que sigue en antena (emitiendo su última
temporada). Estrenada en 2007, este drama televisivo nos traslada a la década
de los sesenta para ver cómo funciona una gran agencia publicitaria de la Madison Avenue de Nueva York. Y si Deadwood reflejaba la verdadera colonización
norteamericana de cómo surgía la civilización y acerca del gobierno de los
poderosos sobre los débiles, Mad Men
no es muy diferente, solo que esta vez se representa el surgir de la sociedad contemporánea y la
verdadera naturaleza del capitalismo. En esta agencia publicitaria
(representando a prácticamente todas las del sector) no importan las personas
ni los problemas éticos que puedan incluir sus anuncios, solo los beneficios
que proporcionen. Tampoco existe una ética empresarial global, sino la que
aporta cada individuo a la empresa, ya que cada uno busca el triunfo en los
negocios, no la satisfacción de las labores que desempeña. Lo único que importa
es consolidarse una buena identidad porque si eres un fracasado nunca
triunfarás en la vida. El mejor ejemplo es el caso de nuestro protagonista, Don
Draper, en realidad llamado Richard “Dick” Whitman, que durante la guerra de
Corea le robó la placa de identidad a su compañero muerto (Donald P. Draper)
para dejar atrás su antigua vida y comenzar una nueva, ya que Don era hijo de
una prostituta que falleció mientras le daba a luz y vivió en un burdel durante
su infancia. Peggy Olson tomó también duras decisiones para cerciorarse de que
podía aspirar a un éxito laboral, y fue tras quedarse embarazada de Peter
Campbell, un ejecutivo de cuentas de la agencia, mientras ella era todavía
secretaria de Draper. Después de dar a luz decide entregarle su bebé a unos
familiares para que este desafortunado incidente no se acabe convirtiendo en un
lastre para su carrera.
Los hombres de la
serie son carismáticos, apuestos, acostumbran a llevar trajes elegantes y van
perfectamente peinados, casados con mujeres dotadas de gran belleza que son
perfectas amas de casa. Pero a medida que va transcurriendo los capítulos vemos
que estas vidas perfectas no son más que una fachada y que los personajes se
van hundiendo poco a poco. Don, por ejemplo, es un hombre atractivo y ambicioso
con una cualidad innata para vender todo lo que se proponga, gracias a la cual
consigue que no le juzguemos cuando es infiel a su mujer o manipula a sus
clientes. Tiene una esposa elegante y preciosa, la viva imagen de la difunta
Grace Kelly, una casa en una zona residencial y dos hijos muy educados, aparte
es el director creativo de de Stearling
Cooper (actual socio fundador de Stearling
Cooper Draper Pryce). Aún así se haya perdido y acaba destruyendo su
matrimonio por las infidelidades que comete. Pero vemos que es una
característica propia de él, porque cuando consigue rehacer su vida y casarse
con Mega, cae en una espiral de autodestrucción peor que la anterior.
Los hombres son
racistas y homófobos, y por mucho que acepten a mujeres en su lugar de trabajo,
también son machistas. Si quieres triunfar debes ser como ellos, cosa que hace
Peggy, que ni se inmuta al observar cómo sus antiguas compañeras secretarias
trabajan más horas realizando un trabajo excelente por el cual nadie se
pregunta si deberían cobrar más, un buen ejemplo del inicio de la explotación
empresarial del mundo actual. Y es que como afirmó el creador de la serie,
Mattew Weiner, Mad Men usa el pasado
para tratar temas que nos preocupan hoy en día.
Pero todo acto
acontecido en esta serie está justificado por su contexto histórico. Los hombres
y las mujeres por aquel entonces disponían de esas características que hoy nos
resultan un escándalo. Aquí estaríamos hablando de la existencia de un
relativismo cultural, porque en los años sesenta había instaurados otros
valores, ideas y creencias diferentes a los que poseemos actualmente. Aún así
no hay mucha diferencia entre los hombres de Mad Men y los que protagonizan Boardwalk
Empire. Los dos son mundos machistas, con estéticas muy bien cuidadas, con
hombres que se mueven entre lujos, mujeres, dinero y alcohol pues se consideran
dioses en sus ciudades y les da igual pasar por encima de los demás. La única
diferencia es que los negocios que lleva a cabo Nucky Thompson en Atlantic City
eran ilegales por aquel entonces, mientras que las actividades de los hombres
de la Madison Avenue sí están
permitidas.
Y si The Wire nos relataba cómo las drogas destrozaban la sociedad y sus instituciones, Breaking Bad nos explica ahora el inicio de todo este problema, porque dentro de toda esta falta de ética en los personajes que triunfan hoy en día, el caso que destaca es el de Heisenberg. Comienza la serie con un buen padre de familia ejemplar que sufre cáncer. Dispone de dos trabajos, uno impartiendo clase en un colegio como profesor de química y otro en un lavadero de coches, y aún así no le es suficiente para pagar el tratamiento. Ahora debe dedicar su vida a la fabricación de metanfetamina para que tras su muerte su familia pueda disponer de recursos económicos, cuya consecuencia es la evolución de su persona hasta convertirse en un criminal que enterró a ese humilde profesor para poder montar una red de distribución de droga en el que él fuese el rey. Pero entendiendo que el público concibe los productos televisivos a través de los personajes que les caen mejor, Walter White nos es presentado desde su Piloto de una forma que es imposible odiarlo, como el pobre padre y marido que descubre que tiene un inoperable cáncer de pulmón en estadio 3. Y justificamos así todo las atrocidades que va a cometer e incluso queremos que triunfe, porque nos sentimos identificados con él, ya que a toda persona le ha ocurrido que desafortunadas decisiones le han llevado por el camino equivocado alguna vez en su vida. Porque como dijo el máximo intérprete literario de la “era del jazz":
“Evidentemente,
toda vida es un proceso de demolición”
Fitzgerald, S.
(1936) Crack-up (pp. 12). Estados
Unidos: New Directions
Pero, ¿por qué es
Heisenberg la diferencia a destacar entre todos estos hombres ruines? Porque
como hemos dicho anteriormente: los Soprano nacen dentro del crimen organizado
donde son inmiscuidos desde su adolescencia, y no consideran que sus
actividades delictivas sean del todo malas, pues no conocen otra forma de vida.
En The Wire se muestra una visión
relativa del ser humano. No existe la bondad plena, sino que todos somos buenos
y malos en la misma proporción y sin excepción. Mientas que en Stearling Cooper Draper Pryce pueden hacer o decir lo que les venga en gana porque
la época a la que pertenecen les excusa. Pero Walter White en un momento decide
volverse malo y punto. La moral de los personajes no es estática, paradójica o
matizada por la época, sino se trata de una decisión del individuo. Walter se
ha convertido activamente en alguien malvado, no es producto de su educación o
su entorno como ocurre en los otros casos, sino que es producto de su propia
conciencia, él decide conscientemente volverse malo. Mr. White es la ejecución de un tránsito radical, una metamorfosis.
A Walter lo amas, te ríes con él y sientes pena por lo que le sucede;
mientras que a Heisenberg lo odias, te da miedo y lo vitoreas.
[1][1] Sociópata o trastorno de personalidad antisocial (TPA):
es una patología
de índole psíquico que deriva en que las personas que la padecen pierden la
noción de la importancia de las normas sociales, como son las leyes y los
derechos individuales. Si bien, generalmente, puede ser detectada a partir de
los 18 años de edad, se estima que los síntomas y características vienen
desarrollándose desde la adolescencia. Antes de los 15 años debe detectarse una
sintomatología similar pero no tan acentuada, se trata del trastorno disocial de la personalidad.